En una de mis clases, siempre dejo que los alumnos
escojan entre tres vídeos, únicamente por sus títulos, y no sé por qué siempre
escogen el mismo, What if students controlled their own learning, presentado por Peter Hutton (@Tempcol), director de Templestowe
College. La verdad es que nunca me
canso de verlo y siempre desde una nueva perspectiva. Sin duda alguna, la
primera vez que lo ves, llama la atención que sea una escuela en la que los alumnos pueden escoger qué
aprender y cuándo. Mirando un poco
por Google, buscando el nombre del centro educativo, las noticias se
multiplican alabando sus resultados y exponiendo la flexibilidad como centro de su metodología, un sistema en el que se pueden crear asignaturas
nuevas cuando un alumno muestra interés por un tema en concreto. Quizás, un
avance hacia la educación personalizada. Sin duda una metodología rompedora.
La semana pasada, en una clase, los alumnos volvieron
a escoger su vídeo, como no podía ser de otro modo. Y de los quince minutos
escasos de duración de la charla, me fijé en otro aspecto, cuando habla de homelearning para sustituir al homework de toda la vida. Es como un aprender en casa, en vez de trabajar en casa. El alumno escoge,
tiene que justificar X horas de aprendizaje fuera del aula a la semana, pueden
ser idiomas, deportes, mirar en internet un tema de clase en el que quiera
profundizar o tareas de casa, entre infinitas posibilidades.
Y esto me ha hecho pensar en el debate actual de
deberes sí o deberes no. Toda la vida hemos tenido deberes y no ha pasado nada.
Como estudiante que he sido y como docente que soy, creo que los deberes no son
malos, al contrario. Pero quizás lo que deberíamos variar es el contenido de
los mismos y su concepción. Hagámoslo al estilo Templestowe: cuando trabajas en
el negocio familiar, estás aprendiendo, cuando tienes un trabajo extra, estás
aprendiendo, cuando vas al cine, estás aprendiendo, lo mismo si lees un libro,
haces deporte o vas a clases. Como en Australia….
Ah claro, que esto no es Australia, estamos en la cuna
de la picaresca, el país del Lazarillo…aquí muchas personas justificarían, sin
preocuparse, las horas que pidiesen en el colegio. Se mentiría, se engañaría.
Creo que hay que cambiar el concepto, pero ¿estamos preparados como sociedad
para ese compromiso?
Sinceramente, creo que estamos en las Antípodas de ese
cambio.