Los deberes, como el propio sistema educativo, se encuentran, desde mi punto de vista, anticuados. En gran medida, solo suponen actividades repetitivas del material teórico visto en clase, no suelen implicar demasiada reflexión o creatividad.
Sin embargo, igual que en muchos aspectos metodológicos, son los profesores los que marcan la diferencia, con su innovación y dedicación, son los que pueden originar un cambio en esa monótona tendencia. Aunque, muchas veces, no tienen libertad para ello, pues hay una programación, un centro y un sistema que les impide moverse con una libertad total.
Por eso, tanto para que se produzca un cambio en los deberes, como para que le acompañe el necesario cambio metodológico, es necesario un cambio de fondo, porque, sino, todo lo demás siguen siendo remiendos sobre una tela ya muy raída.
De todos modos, nunca se puede poner ese cambio de raíz como excusa, de ahí que todo lo que se haga es importante, repercutiendo, directamente en el presente y futuro de los estudiantes, que se pueden beneficiar ya de los cambios, por pequeños que sean.
En este sentido, desde mi punto de vista, los deberes son importantes, necesarios e imprescindibles, pero necesitan un giro, modificaciones en su contenido e incluso en su forma, evolucionando hacia unos deberes más creativos e imaginativos. Un ejemplo de ello sería lo que se está haciendo en un pequeño colegio público de Australia, en el que se ha sustituido el término de homework por el de homelearning, un concepto en el que se toman en consideración las actividades que hace el alumno fuera del aula como parte de su aprendizaje, teniendo que justificar las mismas. Es decir, consideran que los deberes no emanan únicamente de la clase y de las asignaturas concretas. Creo que en el fondo de su filosofía se encuentra el hecho de que el ser humano siempre está aprendiendo, en su vida, independientemente de las actividades que esté realizando. Y, por ello, consideran que muchas tareas realizadas fuera del aula también deben considerarse como “deberes” y ser valoradas.
Por lo tanto, deberes sí, pero con una evolución, que debería darse también en el sistema y en la metodología, pero, mientras esto no suceda, los profesores nos podemos ir adelantando, como siempre, preparando a los alumnos para el mundo real.